¡Oh, bosques del norte
dónde sueñan muerte
los borrachos!*
El barco sobre la mar
el caballo en la montaña*
De la necesidad de ser piedra o pez
Lluvias encadenadas de caballos
en rayos paralelos se precipitan
sobre los peces o piedras
de mi madrugada
¡Oh, mar sereno!,
¡Oh, mar de los agravios!,
duerme a las botellas vacías en
los balbuceos de mi almohada
Todos sabemos soñar,
moribundos o no
Con la sombra en la cintura
no temáis a las mujeres azules
en sus hombros traen
el Tic Tac de la manillas
y sonarán placeres amarillos en
los ojos de los moribundos
Acto volitivo
En la planeidad de tu rostro
me inventé un monte
para que el joven caballo del rojo sanguíneo
galopase al ritmo de suspiros como perlas
De la pérdida de identidad
porque el hombro donde solloza la muerte
se ha subido a un pedestal
Pero yo ya no soy yo,
porque desde su pedestal
los mugidos de las
estátuas de pulidos ojos,
palidecen lunas
y pisan,
rodeadas de aplausos de yeso,
esculpidos por funcionario de turno,
al hilo de la doctrina imperante
De la necesidad de soledad,
tristeza serena
que acompaña a la muerte
Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.*
quiero leer triste
los balidos de los acentos,
que corren entre nubes atroces.
Quiero ver cómo un millón de alondras
cruzan llorando los umbrales de los prostíbulos
Quiero querer en soledad buscada
Quiero morir sólo o
acompañado con los tacones
de la muerte,
o paletadas de
tierra,
o losas enyesadas
*Federico Garcia Lorca
*Imagen cogida exposición de Dali