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viernes, 19 de septiembre de 2014

EL SÓTANO



 Flameando en rauda vela
del sur, en tormenta loca
viene, pálido vampiro
a unir su boca a mi boca
James Joyce, Ulyses

-Esperen un momento- dijo Joe levantando un plato metálico vacío. No nos dejemos engañar por los vestigios, por las señales de la realidad. Pensemos en los rastros, restos, rostros de una apariencia 
Joe levantó el plato al techo, incorporándose, con boca abierta, pelo desaliñado, dientes sucios:
-¿Qué fue la vida de Ella? un abandono, lo admito: pero hacia la luz.
Diáfano: día, a través de, y phanein, parecer. Nosotros en el sótano y en lo más oscuro dijimos: quedémonos aquí y excavemos túneles. Ella llevó en todo momento -hasta que no pudo más- su especular obsesión de exterminar las sombras, su habitat era aire iluminado, pero no pudo ser. Joe tanteó el reflejo de su rostro en el plato elevado, inclinó la cabeza lentamente hasta que miró al suelo y se sentó. 
El sótano estaba oscuro, y en las esquinas se hacinaban restos de basura, las paredes de piedra estaban horadadas por túneles que conducían a una red de pasillos inextricables.
-Buscaba la identidad de La Verdad -puntualizó Zoe-
-Sí, La Verdad que no existe, ni es igual así misma -respondió Fiona.
De la boca, sin labios, de uno de los túneles, ruido, arañazos, salen dedos, más de diez, desparrame, nube de polvo, sacudidas, toses, vuelo de manos y alas, aparecen Joe y Elle, - ¡A dónde vas que más valgas!- dice Elle entre risas y toses. 
-¿Cómo están? -dice Joe, tendiéndoles la mano-: Me acompaña el sonido de una revelación, una luz y una revelación
-Silencio -dice Zoe-. Estamos reflexionando, cavilando, deliberando 
-Joe, sonrisa congelada en boca, calla, coge el plato a los pies de Joe y le da otro exactamente igual.
-Joe se queda mirando a Joe, le guiña un ojo, eleva el plato, se incorpora y dice: No nos dejemos engañar por los vestigios, por las señales de la realidad. Pensemos en los rastros, restos, rostros de una apariencia ...
-Joe y Elle, con la rapidez de un conejo que entra en su madriguera, se meten en una de las galerías y desaparecen. Los únicos vestigios de su presencia son ciertas sombras, los ecos imperceptibles de sus voces y el olor fantástico de la libertad.