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viernes, 12 de septiembre de 2014

DELIRIO. Cbisis II



-Sintiéndome acopio de celebraciones y dolores, me quejo del despertar de la tribu de la sandía que antes de acostarse arrasa los reductos sanos que esconden los viaductos aplicados al vientre de mi vientre -digo seguro de mi mismo 
-Tengo sed de viaductos -musito muy pausado al brillo de la única lámpara encendida del bar

Son las cinco de la madrugada, el bar esta cerrado por dentro, los taburetes puestos del revés encima de la barra -cuatro postes al perfil del aire- sólo queda un hueco, que si fuera isla sería el reducto de una noche en un mar inmovilizado que el silencio bombea desde la muerte
-¿Qué deseas?,¿lo mismo? -pregunta Elle
-Un viaducto -respondo mientras apoyo las uñas en la barra. Y a ser posible otro viaducto para cuando esto acabe.
-Todo es como un descuartizamiento nocturno tendido,¿sabes? -le digo con mi mirada de buey y mula. Levantando las cejas
-La sangre devino en festín -continuo-. Pero ahora todo es menos importante

Si se salta a un pasado incierto la figura de la Bar-woman se mantiene fácil en la mente: ojos de blanco y negro, sobre manos rugosas, la mirada, el puñal de viaje, escondido entre la liga y un muslo de unas piernas blancas e infinitas, y una nariz compuesta de los claroscuros de los vahídos de la lámpara del cinematógrafo, y de los traqueteos del tren, su pelo, que encaja con el de las chicas de las novelas que hacen autostop, enmarca un rostro elíptico  

- Bueno pues -dice ella-. Ese ímpetu fue robado a personajes como Mabuse o peores, en el epílogo lo llamaré fiesta nocturna de caramelo, pero mentiré-:
"Fue una fiesta nocturna de fuegos estomacales, pinchazos como agujas de caramelo y ornitorrincos que clamaban al cielo los cañones de Navarone" 

Si se pretende llegar a la Bar-woman desde perspectivas más racionales, su imagen no se mantiene ni en una mente alcoholizada, son tantos los detalles y los ingredientes tan dispares que dan cuerpo a esa mujer, que cuando se intenta recogerlos, se pierde mucho de su recuerdo y parece que su imagen, la imagen que se guarda de ella, se desvanece entre los umbrales del pensamiento...pero ahora estaba delante moviéndose lentamente, mano alzada, y facciones arrugadas dando más importancia al acto mismo de la mirada posada sobre ella que a una vida revuelta después de una vida revuelta

Elle me sirve la bebida lentamente como espaciando los segundos y la luz, echa dos cubitos de hielo y se queda mirando absorta, una mirada que concentra todas los contradicciones del universo.
Doy un fuerte sorbo, me doy tres golpes con el puño desnudo en mi pecho para solemnizan los segundos venideros, y empiezo a hablar muy bajo primero y luego muy confusamente:
-[...]ligeros que después de una noche de multitudes de perros, de algarabías de ladridos de perros, de rápidas incursiones a la casa de los perros -he bebido demasiado y no pronuncio bien- son pelos que enloquecen de la contienda ... 
siento un hormigueo en la cabeza que crece por momentos, me voy a desmayar los ojos se voltean mostrando su capítulo blanco lunar:
soy sólo un maniquí con convulsiones, que tiembla la luz de la lámpara, caigo lentamente agarrado a la deslizantes palabras que exudan las asfixiantes persecuciones del plano de apoyo, y como toro recién estocado, tiemblan mis piernas, que despegan, arrugan y rompen la moqueta roja del bar, mi boca es espuma que ebulle y como si saltasen sapos sobre pompas de jabón, ya en el suelo, como un trapo arrugado, mis puños golpean incontroladamente con la fuerza de los maullidos de los pájaros a manadas que envuelven la estampida de las chicharras, en el suelo reptan cucarachas que al ser aplastadas suenan como los Peta Zetas y de las tapas de las alcantarillas, que se abren y cierran, como clapetas de piscina, salen ojos de ratas, que reproducen mis gemidos, todo esta lleno de alcantarillas, y de gemidos de alcantarillas, que como alfileres, se congelan, y son escarcha, que fragmentan trozos de cristales, siento frío, siento mucho frío, pero estoy volviendo a la realidad, no puedo mover las manos y las siento dolidas, como después de un combate de boxeo, siento el dolor de un pollo al nacer, pero, de nuevo, estoy en contacto con la realidad, en breve, siento fuerza para incorporarme a una verticalidad perdida; abro los ojos y veo los inmensos ojos atenazantes de Elle, apostados detrás de la barra, consigo sentarme de nuevo en el taburete, no ha pasado mas de cinco segundos desde que me desvanecí, 
-¿Qué tal estas? -pregunta Elle- ¿Quieres otro?-
-Sí -respondo-. Dame otro viaducto , y después otro, pero esta vez sin hielo