Translate

lunes, 8 de septiembre de 2014

DELIRIo, CBISBIS



OCHO
La disposición  vertical del ataúd mantenía a Elle de pie. La caja estaba ubicada todavía extramuros, y por el bullicio hueco que se oía detrás de la caja, Elle infería que había llegado su hora de ciudad:
Elle sentía que más allá de su ataúd, había inmensos rascacielos telescópicos que competían por un rayo de luz, cuya altura, producto de su imaginación, desafiaba cualquier ley física y era variable, ya que dependía en muchos casos de órdenes venidas de lejos, la distancia entre las moles de acero y hormigón era mínima, no más que la anchura de una persona.
El movimiento balanceante de los edificios en respuesta a la ligera brisa de las confluencias, producía choques que acababan en algarabías, roturas y desmoronamientos. A vista de pájaro el conjunto de rascacielos, la imagen de la ciudad,  se correspondía con ondulaciones de un campo de trigo peinado por los suspiros de sus habitantes, pero desde lo más terreno de la muerte -lugar indescifrable donde se encontraba Elle-, las ondulaciones eran más de sábana donde se ha dormido la soledad. Sólo se podía atravesar perspectivas al uso, en las que la dudosa línea de horizonte flagelaba la pobreza almenada.
Las chabolas, catedrales del vicio, florecían en las cumbres y pisos altos, y esparcían, como polen,  míseras esporas y mondas a los pisos inferiores, donde vivían ciudadanos altivos e impertinentes.
El sonido del polen desequilibraba a los residentes de los gigantes columnarios, que a veces se lanzaban por los inmensas terrazas  y se convertían en pájaros multicolores, y otras veces, los rascacielos, se convertían en manos, que arañaban la dulce templanza del tiempo o el ocre de la panza de las nubes

Elle sonreía, y estaba feliz con sus pensamientos, no necesitaba esta viva, acaso más envidia tenía de los durmientes. 
EL DELIRIO SIGUE. TOCAR AQUI!!!!